La gigantesca barba que era el mal es un cómic que, probablemente, no tuvo la repercusión que merecía cuando se publicó en el año 2013 por Ediciones La Cúpula.Y es una tremenda injusticia pues se trata sin duda de una de las mejores novelas gráficas publicadas durante la primera década del Siglo XXI.La gigantesca barba que era el mal destaca tanto por el tema que trata como por la parte gráfica, siendo esta donde Stephen Collins da el do de pecho.La historia comienza hablándonos de Dave, un tipo corriente que vive AQUÍ. Se dedica a trabajar y en su tiempo libre se sienta en su casa a dibujar su calle y a los viandantes y a escuchar Eternal FLame de The Bangles en un bucle infinito. Esta es su vida, monótona, repetitiva, pero le gusta. De hecho, en AQUÍ todo es así. Nada está fuera de sitio, la gente va bien peinada, aseada, tiene sus rutinas que nunca cambian… Igual que la ciudad, de arquitectura invariable, con calles limpias, plantas podadas a la perfección etc.Lo único que no le gusta a Dave es que la parte de atrás de su casa da al mar, y más allá está ALLÍ, un lugar desconocido, del que solo se saben cosas por leyendas, pero del que nadie quiere saber nada porque es todo lo contrario de AQUÍ.
Aparece la barba
Así transcurren los días hasta que la vida de Dave da un giro radical el día en que le empieza a crecer la barba. Al principio de forma ligera, pero luego todo se desmadra hasta que la barba escapa de la casa de Dave y empieza a ser un peligro para la ciudad, para la SOCIEDAD. Es en este momento donde el gobierno deberá tomar una drástica decisión.La analogía que pretende mostrarnos Collins está clara, no existe la sociedad perfecta, el caos, el azar, la libertad, en definitiva, debe tener cabida, aunque muchas veces el salir de la rutina, de la zona de confort nos asuste. Pero probablemente sea la única manera de avanzar comos civilización.Como comentábamos al principio, no solo en el tema y en la forma en la que lo plantea el autor sorprende, también lo hace a nivel gráfico. Y es que Stephen Collins, ilustrador que ha publicado en revistas y periódicos como The Guardian, Wired o GQ utiliza todas las herramientas y las técnicas que el cómic le permite para ofrecernos una verdadera master class del medio. Pero lo más importante, sin sacrificar nunca la legibilidad o el ritmo. Se acerca mucho en este aspecto a algunas de las historias más locas de Shintaro Kago.Sin duda, un cómic muy recomendable que nos hará disfrutar del medio a la vez que nos dará que pensar.
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