Sumergirse en Luna de Miel. El beso de la Esfinge es como adentrarse en esa calma aparente de un viaje romántico —y descubrir que bajo la superficie acecha algo más. En este primer volumen de la serie, Bastien Vivès propone un relato íntimo con puntas de misterio que va ganando textura conforme avanzan las páginas.
Un viaje romántico con sombras
Sophie y Quentin por fin pueden permitirse unas vacaciones solos. Los niños quedan bien cuidados, los días prometen descanso, paseos al sol, momentos compartidos. Parecía tan sencillo. Pero el destino —o quizá lo que ya estaba escrito— jugaba otra partida. Lo que debía ser una luna de miel se complica con recuerdos silenciados, encuentros furtivos y ecos de un pasado que regresa con fuerza.
Quentin posee una memoria que no perdona. Él no olvida rostros, ni gestos, ni sombras que se cruzaron en su vida. Sophie, por su parte, es prácticamente una enciclopedia viviente: domina varios idiomas, retiene detalles, observa con ojo calculador. Esa complementariedad da al relato una dinamización encantadora: ella analiza, él siente; ella retiene, él se deja afectar.
A lo largo de las 48 páginas (más cubiertas) que componen este volumen, los diálogos parecieran simples, inocentes, pero lo no dicho pende sobre cada viñeta. Un cruce de miradas, un silencio alargado, una pausa prolongada: allí es donde Vivès siembra tensiones. No hay grandes escenas de acción, pero la intriga se insinúa en cada plano. ¿Quién acecha? ¿Qué viejo vínculo une a Quentin con algo que ahora parece querer emerger? ¿Cuál es el papel de Sophie, más allá de ser acompañante en este viaje?
Vivès deja migas de pan sutiles: pistas fragmentadas, rostros apenas sugeridos, espacios vacíos que hablan con la misma fuerza que los discursos. El lector se vuelve detective de lo íntimo, reconstruyendo lo que no se cuenta directamente. Y al cierre de este primer volumen, quedan preguntas más que certezas, promesas de que lo siguiente podría arrojar luz o profundizar el misterio.
Este enfoque funciona porque el relato no pretende saturar: cada escena cuenta, cada silencio pesa. El equilibrio entre lo romántico, lo introspectivo y lo enigmático es delicado, y mantiene el interés aun en un formato breve. En ese sentido, Luna de Miel. El beso de la Esfinge se lee como una puerta abierta al deseo de continuar.
El dibujo de Bastien Vivès en esta obra refleja su estilo maduro: con gran economía de recursos, apostando por lo esencial. Las páginas no están recargadas; los espacios en blanco dialogan con las figuras. Sus personajes tienen rasgos contenidos, expresiones mínimas, gestos ligeros que transmiten mucho más de lo que muestran. No hay saturación visual, sino un pulso de intimidad.
Algunas páginas dejan respirar al lector con composiciones amplias; otras son más rígidas, cerradas, como claustros emocionales. Este contraste visual sirve al guion, modulando el tempo de la lectura: momentos de sosiego, momentos de tensión.
El guion se apoya en el ritmo y las elipsis: lo que no se dice es tan importante como lo que se expresa. Vivès sabe cuándo detenerse, cuándo deslizar una revelación apenas insinuada, cuándo abrir un interrogante que permanecerá latente. Los diálogos parecen sencillos, mundanos incluso, pero funcionan como puertas a los pensamientos internos. Sophie y Quentin no son arquetipos: tienen matices, contradicciones, una carga interna que poco a poco se despliega.
Ese modo narrativo hace que Luna de Miel. El beso de la Esfinge no sea una lectura rápida, liviana, sino una experiencia de atmósferas. No es el “qué pasa” lo más importante, sino el “cómo se siente” y el “qué subyace”. El guion avanza con sutileza porque confía en el lector para completar los vacíos.
Bastien Vivès es bien conocido en el panorama europeo del cómic contemporáneo. Su obra El gusto del cloro le valió el premio Revelación de Angoulême en 2009, y Polina recibió el Gran Premio de la Crítica en 2012. También co-creó Lastman junto a Balak y Michaël Sanlaville, serie que alcanzó gran repercusión e incluso adaptación animada. A lo largo de su carrera ha explorado distintos registros —romance, introspección, cotidianeidad— con obras como Una hermana, La blusa o Último fin de semana de enero.
Con Luna de Miel, Vivès incursiona en la mezcla de romance y enigma, manteniendo su voz autoral pero expandiendo su paleta emocional. Esta nueva serie, anunciada como de tres volúmenes, puede considerarse evolución natural para un creador que no teme explorar territorios personales con ambición íntima.
Conclusión
Luna de Miel. El beso de la Esfinge es una apuesta pausada e íntima. No pretende ser una novela gráfica colosal, sino un inicio de viaje donde lo que vibra está en los silencios. Si buscas emociones fuertes desde el primer pestañeo, quizá te quede corta; pero si disfrutas que el cómic hable con reserva y deje que tú completes el relato, entonces esta lectura es una revelación.
Ficha técnica
• Título: Luna de Miel. El beso de la Esfinge
• Guion: Bastien Vivès
• Dibujo: Bastien Vivès
• Traducción: al castellano (versión publicada por Diábolo)
• Fecha de publicación: 9 de octubre de 2025 (edición española)
• Editorial: Diábolo Ediciones
• Idioma: Español / castellano
• Género: romance con misterio / novela gráfica europea
• ISBN: 979-13-87995-01-0
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